Escribir sobre eventos que nos tocan tan de cerca el corazón no es fácil, menos aún cuando se agitan tantas emociones a un tiempo, removiendo las fibras más sensitivas de nuestro ser y de nuestra epidermis. Escribir sobre lo que sucedió el viernes por la noche en la librería El Aprendiz, ese rincón maravilloso que nos viene acogiendo desde hace un buen tiempo, resulta todavía más complicado. El Aprendiz, los amigos Pepe y Lourdes, la escalera que conduce a ese otro paraíso donde moran unicornios de colores, mariposas con batutas que dirigen una sinfonía de bosques habitados por conejos de capa roja y colibríes que salpican gotitas de centellas, y un poquitín más abajo ese nido de libros y palabras que a modo de escenario ha pasado a convertirse en una especie de segunda residencia para los sueños de La Media Luneta es territorio, para mí, del corazón.
Y siendo así, en El Aprendiz tenía que celebrarse, porque me lo pedía el cuerpo y porque ella se lo merece, la última de las presentaciones de estas PALABRAS A TIEMPO que nos han tenido, durante unos meses, un tanto agitados, con ganas de cumplir el objetivo que nos marcamos desde que la idea fecundó a la matriz del proyecto con la incorporación y maravillosa acogida de tantas y tantos amigos: vender el mayor número de libros posibles para entregar la recaudación de las ventas a la entidad elegida entre todas y todos, que al final resultó ser la Asociación de Amigas al Sur del Cerro del Moro de Cádiz.
Y en El Aprendiz, esa deliciosa tarde noche del viernes 12 de diciembre de 2014, nos dimos cita, nos amparamos, nos abrazamos, nos quitamos el frío con el calor de la familiaridad este entrañable grupo de amigos-hermanos que formamos La Media Luneta, al que se incorporó un tío genial que nos acompañó y deleitó con su música, con su voz y su sonrisa limpia y honesta: Javier Marchante Shankara. Y entre poema y poema congeniaron un placentero mano a mano él y nuestro querido Alfonso Baro.
Comenzó Juan Manuel Alcedo, ¡te quiero!, con unas palabras que despertaron a los delfines de mi cuerpo. Él, la calidez de sus venas fluyendo en forma de palabras, sus besos, sus abrazos protectores, fraternos, lograron espantar a los fantasmas, que se fueron a dormir a rincones bien distantes de la orquídea de libros donde anidábamos.
Y tras las palabras de Juan Manuel, el primer mano a mano de Javier y Alfonso, al que siguieron las palabras a tiempo en la voz de otro de nuestros queridos paisanos y amigos: Miguel Ángel Rincón Peña, que tuvo la deferencia, encomiable, de desplazarse desde Prado del Rey hasta Puerto Real. En la odisea se trajo consigo hasta un dolor de cabeza, pero él lo disfrazó con esa manera tan genuina y bella de acunar los poemas.
Y a Miguel, en ese juego que nos propusimos de música y palabras, le siguieron Irene y Juan Manuel Alcedo, Alejandro Arauz e Isabel González.
Ellas y ellos, acariciando las palabras, las echaron a volar para que las recogieran las musas de la noche. Y las musas regresaron, para darnos las gracias como mejor saben hacerlo: con un broche de sonrisas, conversación animada y canciones, compartidas, disfrutadas y regadas con la sangre de las uvas o la miel de la cerveza.
Rafa
Todo un placer participar en este libro con tal fin.
ResponderEliminarTodo un placer de saber cercana la fuerza de la Asociación de Amigas al Sur.
Todo un placer seguir las huella de mi amigo Rafael Arauz.