En el desayuno desazón
soluble intravenosa y tostadas untadas con mermelada de nubes y
claros. La mañana se engulló a los claros. Las nubes anidaron en el
cielo, demandando refuerzos, que llegaron almibarados de grises y
argentos. Congregadas en las comarcas del Bajo Guadalquivir, dichosas
por arribar a tierras tan bellas, acordaron declarar públicamente su
alegría. Y diluviaron gotas y goterones, al poco metamorfoseadas en
riadas de frescura y barro. La bahía correteaba de gozo. Las
marismas empapadas con miel de las Azores y nosotros con preguntas y
dudas; ¿qué pasará esta tarde?
Las horas con milhojas de
sofá fueron pasando y las nubes, apaciguadas, marcharon de sobremesa
hacia tierras serranas, y allá se quedaron. En casa se instaló la
tarde, arrebujaíta entre nervios y tisanas, entre lecturas y duchas,
entre mensajes que llegaban para cuadrarlo todo.
A las siete y cuarto
habíamos quedado con Ana y Alfonso, que nos esperaban en la puerta
de su casa para compartir coche y carretera hacia Cádiz. El
atardecer, ya merendado con bollitos de canela y lavanda, nos tenía
reservado un aparcamiento bien cercano al lugar del evento. La
esquina de la Avenida de Portugal, de habitual gris y áspera, se
había maquillado con el carmín de la amistad y el rímel de
sorpresa. Irene Alcedo y su amiga Marisa nos esperaban a pocos metros
del hotel. Juntos, animados, compartimos fotos, cafés y firmas,
estas últimas para Josebe, entre risas y personajes de la Guerra de
las galaxias.
Y de las galaxias del
café al agujero intimidatorio de un salón de hotel; el Barceló de
Cádiz, que nos abría sus puertas para la primera presentación en
sociedad de la criatura, estas PALABRAS A TIEMPO que tantos buenos
momentos nos están brindando.
En el salón del Barceló,
amenizado con la música del dj Martín Alonso, los saludos, los
abrazos, encuentros inesperados, cosiéndose a la piel con alegría,
tensión, nervios, aflorando a escorrentías el sudor.
Con profesionalidad e
idéntico entusiasmo y energías a las demostradas desde que la
criatura dio su primer respingo, Belén Peralta, colaboradora en el
libro, abre, presenta, dirige el acto, dando paso a la primera
actuación de la noche; la de nuestro compañero y amigo en el
corazón Alfonso Baro. Dos canciones para ataviar a la luna de
solidaridad. Dos hervores de su consciencia, de su latido, de su
visión del mundo, fluyendo por el salón, rezumando sabiduría y
compromiso. ¡Gracias compañero, amigo, hermano!
Siguiendo a la canción
de autor la palabra recitada. Ambas se buscan, ambas se aman.
Lecturas de palabras a tiempo de amig@s, compañer@s de sueños y
caminos. Beber de estos zumos a sorbos alimenta el espíritu. Gracias
Leopoldo, Deivid, Irene, Lorenzo, Juan Manuel, gracias por ese árbol,
Rosalía, José María, Fermín, Fran, Alejandro, Miguel Ángel
Rincón, Charo, Belén, Alfonso, Juan Pablo, Gabriel, Blanca, Óscar,
Eduardo, Migué, Isabel, Eulogio, Elena, ¡gracias a tod@s por hacer
este sueño posible!
Regresa la música, con
el teclado y la voz de Javier Marchante Shankara, un gran tipo con el
que más tarde compartimos vituallas y conversaciones nutricias.
Y tras él, con él y con
tod@s los progenitores/as de la criatura el momento más emotivo de
la noche; la entrega a Pepa Fernández, coordinadora de la Asociación
Amigas al Sur, de la bolsa contenedora de retales de nuestra ilusión
aderezada de monedas y billetes, hasta alcanzar los quinientos euros
y algún que otro pico, todo lo recaudado hasta ese instante.
Abrazos, besos, palabras, fotos y las estrellas descendiendo,
iluminando, junto a nosotr@s, el sendero hacia otro mundo posible.
La luna y las estrellas
no se marchan, se quedan para compartir con Inma Márquez su canto de
agradecimiento a la Vida. ¡Gracias a la Vida, gracias, por
regalarnos la belleza de su voz!
La voz de la Vida, la voz
de los poemas serpentea el salón, repta entre piernas y sillones,
hasta toparse con la guarida de lo excelso, donde habitan dos
tacones, dos zapatos, una mujer, un hombre, y los invita a bailar un
tango, dos, tres; la magia brota de la savia de Alycristango,
dibujando versos sobre el pavimento. La boca se hace agua. Los vellos
como escarpias. El salón embriagado de belleza.
Estallan los aplausos. El
espectáculo debe continuar: las PALABRAS A TIEMPO y el camino, que
nos espera.
Rafael Arauz González,
miembro de La Media
Luneta.
¡Qué bonito, qué bonito, amigo Rafa!
ResponderEliminarY qué orgullo compartir esa noche y este sueño contigo, con todos vosotros.
Un abrazo enorme.
Participar en este libro, sentir la emoción de encontrar gente como Rafa o la Asociación Amigas al Sur, volver a encontrarme con tanta gente querida es la realidad para la que escribo.
ResponderEliminarUn abrazo para todos, en especial a los que se dejan la piel por ayudar a los demás de manera callada y anónima.